La Innovación es un término que hoy en día toma mayor terreno, donde la necesidad de reinventarse se vuelve un tema de vida o muerte para cualquier organización. Cada vez la competencia es más férrea, la competitividad nos demanda mayor esfuerzo y la globalización nos golpea cada día.
Cuando hablamos de innovación, nos imaginamos a gente brillante haciendo y creando cosas diferentes, nuevas e transformadoras, como lo hizo Steve Jobs con el IPad o Elon Musk con el Tesla, pensando que sólo ellos tienen esa virtud. Lo interesante de todo, es que de alguna manera la genética puede tener algo que ver para ser innovador, sin embargo, lo que más incide al final del camino, es esa capacidad de ver las cosas de modo diferente, crítico y visionario.
La cultura de innovación es una decisión de asumir y apropiar, ya seas un innovador de procesos, productos o empresario; para así poder generar impacto medido, dependiendo del contexto y rol en el que nos desenvolvamos. Sin esto, sólo dejaremos a la deriva algunas iniciativas, sin apoyo organizacional, inversión y tiempo. Hoy en día hay muchas metodologías diseñadas para hacer de la innovación un proceso disruptivo y así generar nuevos productos, procesos o nuevos negocios. Sin embargo, Clayton Christensen en su libro El ADN del Innovador, lo resume maravillosamente en 5 actividades esenciales: La observación, el cuestionamiento, la experimentación, la creación de redes de contacto y la asociación.
Te invito a que observes todo a tu alrededor, las personas, las empresas, los servicios y la forma de consumirlos, ¡todo!
Colleen Warren
Con la observación, se logra entender el entorno, patrones de consumo de la población e incluso se descubren tendencias. Partiendo de esto, te invito a que observes todo a tu alrededor, las personas, las empresas, los servicios y la forma de consumirlos, ¡todo!
Cuestionarnos constantemente es fundamental. Cultivar nuestro sentido crítico debe ser parte del juego. Preguntas cómo: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? siempre debemos tenerlas presente. Por lo tanto, para todo innovador, debe ser una constante el desafío al status quo.
Experimenta, prueba nuevas experiencias, desmonta productos y procesos, prueba nuevas ideas a través de proyectos piloto y prototipos. Vívelo, siéntelo por ti mismo, pon a prueba tu innovación con el mercado, a través de un Producto Mínimo Viable (MVP). Valida tus hipótesis con experimentos dedicados para tal fin.
Relaciónate con todos, con las mejores mentes, con los mejores mentores, con el vecino, con el amigo, con el familiar. Usa el relacionamiento como un catalizador para conocer cosas nuevas o entender mejor las obvias, úsalos para que sirvan de chispas innovadoras.
Utiliza la asociación para formar nuevas ideas a partir de las experiencias previas y del proceso continuo de descubrir (La observación, el cuestionamiento, la experimentación y la creación de redes de contacto). Combina esas experiencias en todos los sentidos, con cosas que a simple vista son distantes o no tienen que ver una cosa de la otra, es así como surgen ideas de alto impacto que no habían surgido en la mente de otros. Cambia paradigmas al hacer las cosas, mira fuera del marco. ¡¡¡Ahí, está la magia de innovar!!!